lunes, 27 de febrero de 2012

¡Celebrando cuatro años!


Después de una semana carnavalera de lo más agitada, dejamos a un lado las biografías de ilustradores con renombre y nos disponemos a celebrar el cumpleaños de este espacio, que nunca viene mal darse un homenaje…, aunque vistos los pocos comentarios que recibo últimamente, la tentación de cerrar esta bitácora se agudiza cada día más (uno no sabe si las horas que dedico a actualizar los contenidos o a desarrollar nuevas ideas sirven para algo…). 


Y para soplar otra vela más sobre este pastel de reseñas bibliográficas, pensamientos e imágenes, acudiremos a otra de las obras de nuestro personal padrino, Maurice Sendak, ilustrador y narrador que tiene mucho que ver con el bautismo de este lugar. Ya era hora de reseñar Outside over there (1981), otra de las controvertidas obras de Sendak que inspiró a Jim Henson para su película En el laberinto (¿recuerdan a una jovencísima Jennifer Connelly que intenta rescatar a su hermano de las manos de David Bowie?) y cuyo agradecimiento a Maurice Sendak aparece en los títulos de crédito. 


En este álbum ilustrado con el que me topé en una biblioteca parisina hace un par de años y que rescató la editorial Kalandraka hace unos años, se narran las peripecias que Ida, una pequeña y despistada heroína, sufre para salvar a su hermano de los malvados goblins que lo han secuestrado haciendo acopio de un chubasquero amarillo y una imaginación ilimitada. 


Bajo esta historia que fue inspirada por el secuestro del hijo de Charles Lindbergh (sí, sí, el aviador) en 1932, una noticia que marcó a Sendak según él mismo, subyace el sentimiento de indefensión que sufre cualquier niño. Al mismo tiempo y en clara alusión a su propia y protectora hermana, Sendak nos lleva al mundo de la aventura a través de los ojos de Ida, una niña que sufre una transformación en este pequeño viaje iniciático: de los celos y el rencor, al cariño y la responsabilidad, un camino que cualquier infante ha de recorrer y que algunos álbumes ilustrados han recogido entre sus páginas, véase el caso de Cambios de Anthony Browne. 



Y nada, con este título tan galardonado, y animándoles a seguir visitándome de vez en cuando, a opinar de mis opiniones y a quejarse de mis irreverencias y desatinos, este servidor se dispone a apagar la cuarta vela que “Donde viven los monstruos: Literatura Infantil y Juvenil” se ha ganado en el ciberespacio gracias a ustedes.

martes, 14 de febrero de 2012

Grandes figuras de la ilustración LIJ (XII): N. C. Wyeth















Llegamos así a la figura de N. C. Wyeth, la que para mí encarna al prototipo moderno de ilustrador, no sólo por su profesionalidad, marcada por una formación académica especializada, sino porque todavía hoy siguen vigentes sus ilustraciones, es decir, el lector actual identifica el texto con ellas.
Empezamos…
Newell Convers Wyeth nació en Needam, estado de Massachussetts, el 22 de octubre de 1882, en el seno de una familia con larga tradición militar. Varias generaciones de Wyeth, entre las que se contaba la de su padre, Nicholas Wyeth, habían luchado en enfrentamientos bélicos como la Guerra de 1812 o la Guerra Civil Americana, lo que también provocó una larga tradición oral de historias y vivencias personales que marcaron a toda la familia, y por consiguiente, al joven Wyeth. Su madre, de origen suizo y con cierta cultura, intenta que este desarrollara sus aptitudes artísticas tras ver las acuarelas que ha pintado con sólo 12 años, a lo que su padre se opone, proponiendo a N. C. Wyeth que oriente su talento a fines más prácticos. Así, el joven Wyeth se matricula en el Instituto de Artes Mecánicas de Boston en mayo de 1899. Tras una etapa de idas y venidas académicas, con el apoyo de su madre, N. C. Wyeth se inscribe finalmente en la Escuela Normal de Arte de Massachussetts, donde recibe clases de la mano de Richard Andrew, quien lo introduce en el mundo de la ilustración.
Durante el verano de 1901, estudia con Eric Pape, Charles W. Reed y George L. Noyes. Al terminar este periodo de formación y haciendo caso del consejo de dos buenos amigos y artistas, Clifford Ashley y Henry Peck, Wyeth decide marcharse a Wilmington, Delaware, y matricularse en el curso de 1902 de la Escuela de Arte del conocido ilustrador Howard Pyle.
Bajo la tutela de Pyle, el talento de Wyeth se desborda y en menos de un año su primera ilustración sale a la luz como portada de The Saturday Evening Post (1903). Tras esto, otras revistas como Success Magazine, Harpers, McClures, Scribners y el mismo Saturday Evening Post, contratan sus servicios con regularidad.
En 1904, Wyeth se gradúa en la Escuela de Arte de Howard Pyle, lo que no significará que abandone sus dependencias, ya que Wyeth continua acudiendo allí para pintar. Durante la época que comprende 1904 y 1906, Wyeth, animado por Pyle, se traslada a Colorado y Arizona, para conocer de primera mano el lejano y viejo oeste americano e impregnar así de realismo trabajos como In the Cristal Dephs (1906).
Así, Wyeth gana renombre como ilustrador de aventuras del lejano oeste, pintando las escenas que acompañarían Arizona Nights de Stewart Edward White o Hopalong Cassidy de Clarence Mulford. En 1907, Outing edita Wyeth Portfolio, The indian in his solitude, un trabajo donde Wyeth se encuentra inspirado por la obra de George De Forest Brush.
En 1908, se instala en Chadds Ford, Pennsylvania, donde llega su matrimonio con Carolyn Bockius, con la que tendrá cinco hijos que también destacarán por sus dotes artísticas.
Con la publicación del Portfolio a color de Wyeth, Charles Scribner’s Sons deciden emparejar la obra de Robert Louis Stevenson con la de Wyeth, creando así un tandem que no ha dejado de publicarse hasta nuestros días. Entre las obras de Stevenson que N. C. Wyeth ilustró tempranamente contamos con La isla del tesoro (1911), Secuestrado (1913) o La flecha negra (1916). Tras el éxito de estas publicaciones, que contaban con 8-16 imágenes a color de Wyeth, la misma casa editorial decide que Wyeth trabaje para otros clásicos de aventuras como La isla misteriosa de Julio Verne (1918), El último mohicano de James Fenimore Cooper (1919) o Miguel Strogoff de Julio Verne (1927).
Al mismo tiempo que con Scribner’s, Wyeth decide trabajar con otras editoriales e ilustrar clásicos como El extraño misterioso de Mark Twain (en 1916, para Harpers), el Robin Hood de Paul Creswick (en 1917, para David McKay), su inolvidable trabajo para el Robinson Crusoe de Daniel Defoe (en 1920, editado por Cosmopolitan) o el Rip Van Winkle de Washington Irving (en 1921, para David McKay).
Así, N. C. Wyeth es considerado uno de los grandes ilustradores norteamericanos de su tiempo, quedando plasmada su obra en carteles, calendarios, revistas, mapas (National Geographic Society), campañas publicitarias (para Coca-Cola o Lucky Strike) e incluso pinturas murales como aquellas que realizó en el Missouri Capitol State Building, algunas centrales bancarias, hoteles, la National Geographic Society o la Metropolitan Life Insurance Co.
La vida de N. C. Wyeth y uno de sus nietos, se truncó cuando el coche en el que viajaban fue arrollado por un tren el 19 de octubre de 1945.
Respecto a su trabajo caben destacar características como la composición y su lenguaje dramático (me aventuraría a decir que aproximado al lenguaje fotográfico), la recreación de una atmósfera romántica en cada trabajo, su pincelada rápida que crea formas un tanto angulosas, la luz vespertina de sus cuadros (muchos de sus trabajos me recuerdan a las puestas de sol, ¿a usted no?) y el fiel reflejo de la vida rural de la época. Los estudiosos engloban su trabajo en dos corrientes, por un lado, sus ilustraciones tempranas -sobre 1910- beben del impresionismo, mientras que las más tardía (ca. 1930) se adscriben al movimiento realista americano. Todo un artista.

lunes, 6 de febrero de 2012

Grandes figuras de la ilustración de LIJ (XI): Jessie Willcox Smith















Si el año pasado dedicaba una de estas entradas a Kate Greenaway, la primera ilustradora del Viejo Continente, creo que este año es oportuno dedicársela a Jessie Willcox Smith, la primera ilustradora de Norteamérica.
Jessie Willcox Smith nace el 6 de septiembre de 1863 en Philadelphia. Durante la juventud, sus padres, Charles Harry Smith y Katherine Hewitt Willcox, la animan para que se forme como maestra en un jardín de infancia y con 16 años viaja a Cincinatti para cumplir ese deseo mientras vive con sus primos. Es en esa época en la que una muchacha que jamás había cogido un lápiz entre sus manos, choca accidentalmente con uno en la clase de dibujo que recibía uno de sus primos y dibuja una lámpara que desencadena una pasión por el arte que dura toda la vida.
Abandonando la idea de ser institutriz, Jessie regresa en 1984 a Philadelphia y se matricula primeramente en la Escuela de Diseño para Mujeres y, a posteriori, en la Academia de Bellas Artes de Pennsylvania donde recibe clases de Thomas Eakins, de quien aprendió anatomía artística, entre otros. Poco antes de su graduación en1888, comienza su carrera como ilustradora apareciendo su primer trabajo en la revista mensual infantil St. Nicholas.
El éxito como ilustradora no fue inmediato. Jessie encontró trabajo en el departamento de publicidad de The Ladie’s Home Journal, puesto que ocupó entre 1889 y 1894. Cuando en 1894 Howard Pyle empieza a impartir clase en Howard Pyle School of Illustration Art, Jessie es aceptada y se convierte en la alumna más longeva del aula, diferenciándose en tan sólo diez años de su profesor. Es en estas clases donde conoce a Elizabeth Shippen Green y Violet Oakley, forjando una amistad que perdurará a lo largo de toda la vida.
En 1897, Smith -junto con Violet Oakey- obtiene su primer encargo a través de Pyle para una edición que Houghton Mifflin prepara de Evangeline. Tras abandonar el Instituto Drexel y rechazar una oferta para enseñar allí, Jessie decide junto con Elizabeth Shippen Green y Violet Oakley, establecer un estudio propio.
Durante 1901 y 1902, Smith realiza ilustraciones para el número de diciembre de Scribners Magazine, así como las ilustraciones para dos calendarios junto con su colega Green. Así llega 1903 y un segundo encargo para ilustrar junto con Green el libro de Mabel Humphrey titulado The Child, que obtuvo gran éxito entre el público.
A partir de este momento, la carrera de Jessie toma un ascenso meteórico y sus ilustraciones son solicitadas por las revistas Century, Collier's Weekly, Leslie's, Harper's, McClure's, Scribners, Ladies' Home Journal y Good Housekeeping, revista institucional para la que realizó portadas durante15 años (1918-1933) y por las cuales cobraba la friolera de 1800 dólares. También lleva a cabo una serie de ilustraciones para el libro por entregas In a Closed Room de Frances Hodgson Burnett, que finalmente sería editado en un único volumen, e ilustra una enorme cantidad de libros infantiles entre los que se cuentan A Child's Garden of Verses (1905), A Child's Book of Stories (1911), The Water-Babies (1916), At the Back of the North Wind (1919), Boys and Girls of Bookland (1923), Dickens' Children (1912), The Everyday Fairy Book (1915), A Child's Book of Modern Stories (1920) y Heidi de Juana Spiri (1922).
En 1933, Jessie Willcox Smith, la primera dama de la ilustración del Nuevo Mundo, realiza un frustrante viaje a Europa, y dos años más tarde, el 3 de mayo de 1935, muere tras una larga enfermedad
Durante los 44 años que su carrera profesional, Jessie ilustró más de 60 libros, colaboró con 250 publicaciones y realizó 200 portadas, así como carteles y calendarios, cuya impronta desgrano a continuación… Aunque el talento de esta autora es indudable, su trabajo tiene un poso técnico muy evidente: es la primera artista que acude a clases profesionales de ilustración. Este dato se aprecia sobre todo en la composición de sus obras, estudiada y milimétrica. Al mismo tiempo, el lenguaje visual que utiliza es marcadamente comercial, publicitario, debido probablemente a su trabajo en dicho campo durante bastantes años, lo que marcaría sus creaciones posteriores. Las escenas, cargadas de felicidad, quizá debido a la captura de luz que hace con la gama cromática limpia que la caracteriza, denotan curiosidad por el realismo, es decir, Smith capta la esencia de la imagen desde el modelo mismo, desde el mundo cercano, cosa que hicieron otros ilustradores como Kate Greenaway o Carl Larsson, un hecho que aporta cercanía al lector, al espectador.

jueves, 2 de febrero de 2012

La comida sobre la mesa



Comer y beber son dos premisas básicas para mantener con vida este pellejo, ese que no para de danzar de un centro educativo a otro y de un pueblo a otro, asunto incompatible con llenarse el buche a base de los guisos maternos. Menos mal que mi señora madre a veces se apiada de un servidor y guarda algún que otro Tupper en el congelador… Cocido, albóndigas o estofado, que de vez en cuando deleitan mi paladar y así recuerdo lo que vale el cariño de una madre.
Y en un día como hoy, en el que el frío aprieta y no debemos hacer ascos a un caldo calentito con sus correspondientes yema de huevo y chorreón de jerez, aprendan a poner la mesa con estas instrucciones rimadas que les traigo…



Les toca poner la mesa,
a Luiso y a Teresa.
Lo primero, el mantel,
que quede bien colocado.
El mantel es de papel,
de frutas todo pintado.
Platos llanos,
platos hondos,
vasos de agua,
tenedores y cucharas,
los cuchillos,
servilletas…
Todo en orden en la sala.




Ester García
En: Menú de versos.
Ilustraciones de Borja Sauras.
2009. Barcelona: Pintar-Pintar.