viernes, 27 de febrero de 2015

7º Aniversario de DVLM LIJ Blog


Siete años. Se dice pronto. Siete años han pasado desde que puse el primer ladrillo de esta casa. Todo empezó como un simple juego que, poco a poco, se fue complicando. Al principio sólo eran sugerencias de lectura acompañadas de pensamientos cotidianos. Después llegaron los comentarios y los seguidores habituales. Decidí establecer cierta periodicidad para las publicaciones, añadí etiquetas, enlaces de interés e incluso le di una mano de pintura para hacerlo más llamativo… De vez en cuando me exprimo la sesera: intento ser original, añado temáticas nuevas, selecciones de libros, y compagino aspectos teóricos, críticos o meras reflexiones en torno a la literatura infantil con otras más banales y mundanas. Intento que los contenidos les resulten atractivos, útiles, y que, sobre todo, disfruten (tanto como lo hago yo) de los libros para niños.


También he visto cómo a otros lugares donde moran los libros ilustrados se les hace cuesta arriba el tiempo… No añaden sugerencias de lectura, ni lanzan opiniones al ciberespacio con la frecuencia esperada, su visibilidad disminuye e, incluso, echan el cierre (véase como por ejemplo la pequeña y maravillosa morada de Darabuc…, una pena…). Quizá sea el vértigo de este mundo nuevo el que nos lleva al agotamiento, quizá sean la inversión de nuestro tiempo libre, quizá sea el sacrificar el cariño a nuestros amigos y familia, quizá la impresión de que poco nuevo hemos de decir…, ¡quizá sean tantas cosas…!



Es por ello que hoy quiero compartir con todos mis compañeros “blogueros lijeros” estos pasteles de cumpleaños tan monstruosos, enviarles un dulce abrazo y mucho ánimo. Esas personas que, desde sus minúsculas parcelas globales y (casi siempre) de manera altruista, defienden la literatura infantil, los libros ilustrados y la lectura.



Llámenlo pasión, llámenlo compartir, llámenlo satisfacción, llámenlo sentirse vivo, pero les diré que no me rendiré a pesar de tantos aniversarios. He trabajado tanto en este sitio que me da pena terminarlo…, así que seguiré haciendo más altos sus muros, para que quepan aquí todos los monstruos que vivimos como niños siendo adultos, para que la magia de la LIJ revolotee en el metro, en la cola del supermercado o, lo más importante, para que empape nuestros corazones. 
Mil gracias a todos.


jueves, 26 de febrero de 2015

De políticos y lluvias agoreras


Por fin ha terminado el llamado “Debate del estado de la nación”, otra pantomima democrática que sólo sirve para dar pábulo (¿Más todavía? ¿Acaso no tenemos bastante?) a charlatanes y vendepeines (¿Quién se atrevió a mentar en este teatrillo la digna profesión del cuentacuentos? Sinvergüenza…). Unos predicadores que hablan de las plagas y catástrofes, de los huracanes y tempestades que asolarán el patio del vecino. ¡Cómo si los meteoros distinguieran entre los de unos y los de otros...! Imbéciles… Todos los patios son del mismo vecino: nosotros.

Mirando el jardín,
anuncia el vecino:

un gran chaparrón,
caerán pingüinos,
sapos y lagartos,
arañas y mirlos,
ratones, conejos,
dos ciervos, un tigre,
un oso hormiguero,
loros, cotorritas,
jirafas, tortugas,
focas, jabalíes…

Lo escuchas alegre
y piensas tranquilo:

El jardín vecino
será un gran zoológico
después del diluvio.

Germán Machado.
En: Ver llover.
Ilustraciones de Fernando de la Iglesia.
2010. Buenos Aires: Calibroscopio.


martes, 24 de febrero de 2015

Segundas partes. Reflexiones en torno al libro-serie.


Cuando un producto es rentable y provee de cuantiosos beneficios, la práctica editorial más habitual es la de lanzar al mercado secuelas del mismo. Segundas, tercera, cuartas y quintas partes se agolpan en las estanterías de medio mundo y comienza un nievo ciclo de consumo que se engancha una y otra vez al bolsillo.
Aunque viene siendo la tónica común entre novelas juveniles e infantiles, no lo ha sido tanto en el género del álbum ilustrado (salvo contadas excepciones de gran éxito entre los niños, véase el Pomelo de Ramona Badescu y Benjamin Chaud), un tipo de libro que conlleva más trabajo (incluimos la labor del ilustrador, no se olviden) y más inversión (la tapa dura, el color y la maquetación encarecen el producto final) que las anteriores. A pesar de ello, la tendencia está cambiando y cada vez son más los libros ilustrados que cuentan con segundas y terceras partes.
Esta decisión, marcada por la editorial de turno o por los padres de la criatura, tiene una serie de consecuencias (no me meteré en un juicio de valores, que ya está bien de agitarles los tuétanos) entre las que cuento las siguientes:
1. La optimización de la idea inicial por parte de los autores/ilustradores. Pese a que el proceso creativo es lento y complejo, dense cuenta que, actualmente, los libros ilustrados tienen una vida que no va más allá del curso escolar, marcado principalmente por las novedades del sector y cuatro actividades de promoción. La obra abandona los estantes de las librerías demasiado pronto y las historias no trascienden lo que debieran (¡Qué poca rentabilidad a tantas horas de trabajo…!) Con las secuelas esto cambia: la idea se sigue explotando, los autores se animan y ven como sus “hijos” crecen a lo largo de las páginas. En resumen, es más satisfactorio.
2. Aumenta el interés del lector. Cuando embebemos al lector en la acción y éste conoce a los personajes, muchas veces siente la necesidad de sumergirse más profundamente en sus vidas, en sus defectos y virtudes. Le resulta atractivo saber qué caminos nuevos recorrerán y es por ello que las segundas y terceras partes siempre enganchan antes al lector, lo embaucan peligrosamente en la aventura de leer.
3. Optimización de la inversión. Cuando uno conoce de manera tangible las ventas de un determinado libro, es más fácil priorizar gastos o presupuestar su secuela. Conocemos el número de lectores potenciales, sabemos quiénes son y adónde van a comprar, es por ello que las segundas partes de ciertos libros nos permiten una mayor concreción a la hora de imprimirlo (los excedentes son una lata), su lanzamiento y las campañas de difusión. Es decir, el azar pasa a ser un factor de menor importancia y el proceso es menos arriesgado.
4. El desgaste y la pérdida de frescura narrativa. El ritmo de la industria no está a la par del ritmo creativo. Forzar las ideas, no dejarlas reposar, madurarlas convenientemente, y plasmarlas lo antes posible en un soporte físico, a veces provocan una pérdida de calidad, dejando que la obra literaria roce la paraliteratura o se transforme en ella. Por todo esto la programación y el marco temporal en este tipo de libros-serie deben pensarse milimétricamente.
5. Encasillamiento. Los libros-serie suelen tener bastante éxito comercial y teniendo en cuenta que todos los autores/ilustradores anhelan tener un libro memorable, es un suculento bocado verse enrolado en un proyecto como este. Pero… ¡cuidado! Pasar a la posteridad puede tener un alto precio ya que sobreexplotar una idea puede terminar acotando nuestro estilo en obras similares o restar oportunidades a otros proyectos válidos.



Estén de acuerdo o no con mis análisis, les invito a tomar entre sus manos Carlitos Super M –secuela de Las gafas de ver- (Margarita del Mazo y Guridi para Ediciones La Fragatina) y Cómo esconder un león a la abuela –secuela de Cómo esconder un león- (Helen Stephens para Ediciones B – B de Blok), para disfrutar de dos buenas segundas partes que prueban el buen hacer de sus autores en sus respectivas primeras. ¡Espero sus comentarios!



lunes, 23 de febrero de 2015

De primeros, ansiosos y acaparadores


A pesar de haber estado en el candelero unos cuantos días a tenor de mis reflexiones sobre el premio Bologna Ragazzi 2015 (un lío que agradezco enormemente para que algunos libros viajen de boca en boca… ¡No sólo va a acaparar la atención Grey con sus cincuenta sombras! ¡Qué hartura!) y hacer desde aquí un llamamiento público para que Scarlett Johansson se atreva a pedir mi brazo y lucir así chicha sobre la alfombra roja del Teatro Kodak en alguno de los próximos premios Oscar (prometo enfundarme en un traje elegantón, Scarlett), he de confesarles que no soy amigo de estar en boca de todo quisqui sin razón…
Aunque a todos nos gusta hacer alarde de nuestra cuota de protagonismo, reconocido, por supuesto (eso de radiar por megafonía todo lo que se hace/dice da una impresión nefasta de uno mismo), es preferible el anonimato y la humildad (N.B.: Háganme caso… las ganas que muchos tienen de sobresalir, de darse autobombo y enjabonarse a todas horas, es un ejercicio que, además de atraer a toda una fauna de aduladores, trepas, encantadores de serpientes, lameculos, jetas y chupópteros, también seduce a algún que otro enemigo que, tarde o temprano, se encarga de cercenar tu cabeza sin ton ni son)…


Como la mayor parte de mis alumnos, prefiero la segunda fila, hacerme patente sin ser visto, sin ser reconocido, evitar la popularidad a cualquier precio… Es mejor ser yo, estar ahí, ir a lo mío y aprovechar lo bueno que ofrece la vida; algo que los pelotas de primera fila desconocen debido a su innata ceguera, a su ansia por medrar en un mundo que, al final, asesta con tremendos golpes de realidad. Detesto a las personas que intentan acaparar toda suerte de oportunidades y hacer de sí mismos blanco certero de todas las miradas (para poner así en evidencia sus carencias y complejos, Román dixit). Lo siento, los arribistas, los ególatras, los ansiosos, los acaparadores y los advenedizos no son lo mío…


Eso sí, cada cual que siga con su tarea, ya se encargará el tiempo (o algún cabrón) de erradicar la falta de elegancia y la poca grandeza que se les supone a ciertos humanos… Y si no me creen, fíjense en el protagonista de ¡Yo primero! de Michaël Scoffier y Kris Di Giacomo (Océano-Travesía), un pato muy enterao que gusta de zamparse el primero en todos los saraos y que, como bien mandan las leyes básicas del saber estar, se lleva una poco grata sorpresa al final.

jueves, 19 de febrero de 2015

Deconstruyendo el premio Bologna Ragazzi


Tras unos días de relax (merecido, por supuesto, que llevo mucha tralla…) y haber ingresado de nuevo en el mundo ordinario, me topo con la noticia de que se han hecho públicos los flamantes ganadores (para mi criterio incluiría a los cuatro en el grupo de “libros de conocimientos”, ¡increíble!) y seleccionados (que también vale lo suyo) del premio Bologna Ragazzi 2015 en sus diferentes categorías.
Tras echarle un vistazo (ustedes pueden hacer lo mismo aquí) y constatar la valía de muchos de los títulos que se recogen (de todos me es imposible, ya que geográficamente me es difícil estar al tanto de todas las novedades del mercado internacional), surge en mí el debate ya clásico, en el que los premios y toda una suerte de factores e intereses se ve involucrado. Y a eso me dedicaré hoy…


A pesar de que los jurados de los premios internacionales se seleccionan con bastante criterio y la mayoría de las veces no pertenecen a grupúsculos sectarios, ni al poderoso sector editorial, hemos de ser conscientes (igual que ellos) que sus decisiones influyen notablemente en el mundo LIJ. En tres palabras: cortan el bacalao… Por ejemplo: ¿Acaso no se han fijado en la destacada presencia  de autores e ilustradores asiáticos, latinoamericanos (¡viva!) y árabes en las últimas ediciones del citado premio…? Europa y Norteamérica, inventores y grandes productores de libros para niños, quedan relegados a la cola en pro de nuevas visiones de este arte literario llamado álbum ilustrado, algo que, quizá tenga un cariz renovador y transgresor, o que quizá esté relacionado con el emergente –en ocasiones boyante, como el caso de China- mercado editorial en el ámbito de estos países (es decir, intenciones oportunistas en base a criterios mercantiles… Soy un malpensado…, lo sé).


También hemos de sumar que, como en cualquier otra labor donde los intervinientes son humanos, existe un sesgo hacia los gustos y preferencias de los integrantes (en este caso del jurado) a la hora de realizar la selección de los títulos, cuestión de la que es fiel reflejo el elevado número de libros donde las técnicas digitales, el grafismo y el tratamiento de imágenes están presentes. Esta es la clara evidencia de que, por un lado, el mundo del diseño gráfico se ha introducido irremisiblemente dentro del álbum ilustrado (los tipógrafos, los diseñadores industriales, los publicistas, e incluso los arquitectos, también necesitan comer…), y por otro, que esta es la era de la ilustración tecnológica (¡Bienvenida sea!... con resignación).


Si se fijan, también se percatarán de que la mayor parte de las editoriales representadas en esta selección se podrían incluir dentro de las llamadas editoriales independientes, es decir, empresas pequeñas que, alejándose de los cánones preestablecidos por la Literatura Infantil clásica, publican títulos que se aproximan a nuevas historias y transgresoras visiones a través de formatos cuidados y una distribución restringida. Esta realidad se puede deber a dos razones: La primera es que lo minoritario aporta credibilidad a la independencia de juicio, lo desconocido nos sorprende, lo diferente nos atrae. La segunda razón es que si las grandes casas ya se comen su gran ración del pastel, ¿por qué no dejar que las minúsculas se alimenten de las sobras?
Polémicas aparte considero que, en premios de esta categoría (internacionales y reputados) deberían quedar recogidas todas las editoriales que configuran la gran familia “lijera” y reconocer la excelencia tanto de gigantes, como de sus hermanas pequeñas… ¿Acaso SM, Anaya, Harper o Random House no publican buenos libros?


Por último, me gustaría llamar la atención sobre un aspecto en el que hago hincapié frecuentemente: ¿Comprar los derechos de publicación de uno de estos títulos (sobre todo de las menciones) garantiza el éxito?... Aunque se vendan bastantes ejemplares a tenor del renombre que ha adquirido un título, probablemente no trascienda entre los lectores (que se lo pregunten a muchos editores que se han arriesgado a ello). No se olviden que hablamos de libros para niños, un público que, aunque exigente y sensible a todo lo que le rodea, se relame con cosas sencillas y poco rebuscadas, sin dobleces y directas que, en muchas ocasiones se alejan de estas obras de arte que reconocen los adultos en pro de la buena marcha de la industria.
No obstante, disfruten de estos libros. Seguro que merece la pena.

viernes, 13 de febrero de 2015

Versos, palabras y amantes


Y poniendo punto y final a esta semana en la que el amor ha sido la excusa perfecta para hacerles llegar unos cuantos títulos que merece la pena reseñar, les traigo (como acostumbro los viernes) unos versos que también nos hablan de encuentros y sentimientos de mano de Cristina y Claudia, recientemente reconocidas por la Fundación Cuatrogatos (¡mis saludos a Miami!) en su selección anual -que pueden visitar aquí-. 
¡Disfruten de San Valentín! (si pueden…).

Caminan y se vuelan
desarrapadamente
en el aire ondulado
que les deja la gente.

De vereda en vereda
se les va la mirada;
la tarde inventa lluvia
de pequeñas palabras.

Pero gira el silencio,
y en un viraje vivo
deja caer su pluma
de mensajes esquivos.

Si la esquina los junta
frente a frente a los dos,
¿se dirán con los ojos
lo que en palabras no?

María Cristina Ramos.
Tal vez.
En: Dentro de una palabra.
Ilustraciones de Claudia Degliuomini.
2014. Santiago (Chile): Editorial Sudamericana.


miércoles, 11 de febrero de 2015

Páginas con amor / Bookish love


¿Quién no ha regalado nunca un libro a su pareja? ¿Quién no ha echado un ojo al libro que habita en la otra mesita de noche? ¿Quién no ha interrumpido la lectura de otro para robarle un beso? ¿Quién no se ha quedado durmiendo sobre un hombro amado mientras leía un libro muy aburrido? ¿Quién no ha mirado los gestos de su hombre, de su mujer, mientras este o esta se divertía con una novela? ¿Quién no se ha devanado los sesos para dedicar un libro y, al final, escribir “Te quiero”? ¿Quién no ha reñido con su media naranja por pasar la última página el primero? ¿Quién no ha guardado como un tesoro el libro que perteneció a un amor perdido?...
Para todos aquellos que nunca han hecho alguna de estas cosas, hoy les regalo esta selección de imágenes donde amor y lectura se funden en un mismo abrazo.
Amen. Lean.

Who has never given a book to her/his love? Who has not taken a look at the book wich dwells on the other nightstand? Who has not stopped a reading to steal a kiss? Who has not fallen asleep on a loved shoulder while reading a boring book? Who has not watched the gestures of her man, his wife, while he or she is having fun with a novel? Who has not felt lost when you have to dedicate a book and, at the end, write "I love you"? Who has not quarreled with his/her soulmate to spend the last page first? Who has not treasured book that belonged to a lost love? ...
For those who have never done any of these things, I give you this present today: some pictures where books are the bridge between lovers.
Love. Read.

















martes, 10 de febrero de 2015

Regalar besos...


No hay centro de educación secundaria que quede libre de polémica cuando algún/a profesor/a puritano/a queda encargado de merodear por los pasillos durante la hora del recreo, más si cabe cuando los alumnos ponen en juego el decoro en algún rincón apartado del bullicio, y la doble moral que se respira en sus dependencias queda desnuda ante los ojos ajenos... ¡No se alteren, por favor! ¡Sólo hablo de besos! ¡De esos cortitos que tanto dicen, de esos morreos interminables que campan por patios, verjas y bancos, al aire libre o bajo techo, dulces o emborrachados de pasión! ¡Simplemente besos!


Sean con lengua o sin ella, los besos dicen mucho. Hablan por sí solos en un mundo donde no abunda la espontaneidad, ni el cariño. A pesar de que algunos se dediquen a la censura en pro de la inocencia de los menos aventajados (N.B.: A veces creo que es la suya propia…, pero no se hable más si ellos mismos deciden enmascararla de otras virtudes), yo rompo una lanza por el gesto de amor más bonito que alguien puede recibir, sobre todo en un tiempo en el que la confusión enmaraña la realidad y uno no sabe desenredar la pornografía del afecto (Aviso para navegantes: ¿Se han dado cuenta de la paupérrima presencia de los besos en los medios de comunicación? ¿Dónde están? Yo sólo veo tetas, culos y entrepiernas... ¡Bazofia!... ¿Dónde quedó aquel intenso pico entre Gorbachov y Honecker que tantas tapias cubrió y que tanto simbolizó? ¡Lo que daría por ver otro entre La Merkel y Putin!).


Adoro los besos, esos que se ponen en la frente, esos que llenan cualquier mejilla, los que se dan sobre el vientre de una mujer embarazada, los que se posan sobre la palma de la mano, sobre su dorso, sobre las puntas de los dedos. También los que hacen cosquillas en la oreja, aquellos que acaloran el pescuezo y los que se dan en la coronilla. Los besos que significan perdón, gracias y hasta luego. Recorrer la espalda a base de besos y darlos en el momento menos predecible, ¡qué delicia! ¡Besos y más besos!


Y para que nos llenen el alma, los labios, la barbilla, el pecho y el ombligo de besos, aquí les traigo Siembra un beso, un enternecedor (ya saben que rehúyo de estas temáticas aunque sé reconocer su sitio) álbum ilustrado con texto de Amy Krouse Rosenthal, ilustraciones de Peter H. Reynolds (ya saben, el de El punto y Casi) y editado en castellano por Océano Travesía, que bien puede transformarse en un hermoso regalo entre enamorados (o entre cualquiera).



lunes, 9 de febrero de 2015

Encontrar un amor


Cuando uno busca desesperadamente el amor, generalmente, no lo encuentra. En cambio, cuando nos dejamos llevar por los devaneos del azar, solemos chocamos de bruces con alguien que, de pronto, nos llena de algo que desconocíamos.
Aunque no negaré que muchas veces es cierto que la suerte (buena o mala, según se mire…) juega con los sentimientos, otras tantas somos nosotros quienes colocamos obstáculos en ese camino hacia el amor. Bien por nuestros complejos, bien por nuestro pasado, bien por las lágrimas futuras, o bien por el miedo que asola a los hombres, ralentizamos el ritmo que bombea la ilusión, esa que a veces se marchita y no nos deja sentirnos vivos, no nos permite bailar al son del amor real (que no ideal).



Relájense, no idealicen esos tropezones repentinos, esos encuentros de película. No se dejen minar por el mundanal ruido, uno que,  sin focos, ni vestuario, luce de otra forma sobre la gran pantalla, sobre las hojas de los libros como el que hoy les traigo aquí. Uno donde Herman y Rosie (escrito e ilustrado por Gus Gordon y editado por la editorial Corimbo en castellano), gracias a los ligeros sonidos que cruzan la noche y la suerte de la música, se encuentran entre las tenues farolas de una gran ciudad, una que, con su sombra contundente, arrastra a los débiles por laberínticos callejones sin salida y los embriaga de soledad.


Por ello, no olviden este mensaje: a pesar de los moratones que recubren el corazón, de los golpes y desilusiones, de las rupturas y los entierros, de las ya olvidadas agencias matrimoniales, de las páginas y aplicaciones de móvil que nos guían a la hora de encontrar pareja en el ciberespacio, de los amigos casamenteros y otras celestinas, de las familias prejuiciosas y de otras tantas miserias: no se olviden de soñar. La magia está en cualquier esquina, en la cola del supermercado, en la gasolinera de la esquina, en la verbena del pueblo y en las tiendas de manualidades. Recuerden que las medias naranjas están en la calle, maduran por ahí fuera, crecen sobre los paseos, sobre las mimosas que campan enfrente de la ventana, se pintan de brillantes colores, de dulces sabores… Sólo hay que estirar un poco el brazo y cogerlas con una caricia.


viernes, 6 de febrero de 2015

¿Quién dijo que los libros no fueran sexis? (2)


Empezamos febrero con nieve, viento y frío. Al mercurio le cuesta escalar la escala termométrica y por la noche, es mejor hundirse bajo el edredón que aventurarse a cualquier actividad a la intemperie. Es por ello que, en aras de aumentar su temperatura corporal y hacer más cálido el rigor del invierno, he decidido traerles una segunda edición de una de las entradas más visitadas en este lugar (¡para que luego digan que el erotismo no vende!). Vean esta amplia variedad de instantáneas, disfrútenlas, impriman su favorita y abríguense el deseo con unos cuantos libros.