viernes, 2 de octubre de 2015

Montar el circo...


No soy un hombre circense aunque algunos me tachen de ello... Quizá un hombre orquesta, estrambótico o llamativo, pero no me gusta el espectáculo, sobre todo porque ya hay muchos que gustan de serlo y montar un número vayan donde vayan. Se ve que últimamente se lleva lo de dar el cante y dar poco el callo, una forma de sobrevivir, vender humo o engatusar a otros. ¡Qué pena que ya no queden directores de circo que, como Don Nicanor, pongan orden entre tigres, monos, pingüinos y osos...! Y dando así buena cuenta que todavía quedan personas que hacen que el mundo gire por una pizquita de amor.

Este es Don Nicanor,
que vivía en una flor.
Esto que os voy a contar
lo saben aquí y allá:
que el bueno de Nicanor
montó un circo por amor.

Un día se fue a una granja
y vio una vaca naranja.
Ella se llamaba Paca
y estaba requeteflaca,
miraba el suelo temblando
y lloraba sin descanso.

-Es que me quieren matar
porque leche no doy ya.
¿Cómo voy a dar yo leche?
No es porque yo lo sospeche:
no soy vaca, soy un tigre,
yo sólo quiero ser libre.

[…]

Mar Benegas.
En: Cómo abrió Don Nicanor el gran circo volador.
Ilustraciones de Ximo Abadía.
2015. Sevilla: Tres Tristes Tigres.


1 comentario:

C de cuentos dijo...

Me encanta la referencia para comenzar poemando con los peques. ¡Feliz otoño!