martes, 8 de mayo de 2018

De trapos y atrapados



Con el sol de mayo brillando y empezando la cuenta atrás de muchas cosas (por suerte o por desgracia hay que cambiar de aires), parece que la cosa se anima y, como las flores reventonas y los bichos revolucionados, la primavera bulle en nuestro interior (más todavía cuando la polinización de las gramíneas haga acto de presencia… ahí sí que más de uno nos vamos a cagar…), a muchos se les suben los humos más allá de la ionosfera y la tontería sobresale como las lorzas.
Ahora sí que empezamos a ver los resultados de las largas tardes de gimnasio y lo que nos trae las nuevas colecciones de trapos de las multinacionales del sector (corte y confección, no de toldos). Echando una ojeada les adelanto que la ropa vaquera, los tejidos naturales, los tonos claros y con cierto cromatismo se llevan la palma este año. En ropa de tío la cosa está poco transgresora, todo muy uniforme pero elegante, en la de tías se abandonan las curvas en pro de la comodidad, véanse monos y batines muy anchotes y aireados.


Yo, por mi parte, espero poder lucirme al ritmo de los sones machacones de la Natti Natasha y el Maluma, con una miaja de dignidad (chichas mediante, of course). Está visto que, llegados a una edad, los cuerpos no están para muchos fuegos artificiales y tenemos que conformarnos con disimular, algo que prefiero a embutirme en dos tallas menos y necesitar toneladas de 3-en-uno® para desprenderme de los pantalones –si es que no es un bidón de gasolina para prenderles fuego, conmigo fuera, que hago el mono pero no el gilipollas-.


Ahora no me vengan con el rollo de que ustedes no han pecado nunca de presumidos, que ninguna se han encasquetado zapatos incomodísimos, pantalones de tortura o camisetas salchichonas, que no han sufrido horrores para desprenderse de estas prendas que les oprimen pies, muslos y barrigas, de ese alivio que se siente al despojarse de una ropa que bien podría llamarse tripa. Que no, que no, que no les creo…
Y así, muy dicharachero, llego a Atascado de Shinsuke Yoshitake (Barbara Fiore Editora) uno de los libros más simpáticos del año, no sólo por lo absurdo de un argumento que hace troncharse a cualquiera (el grado de identificación que el lector puede alcanzar con su protagonista me ha punzado sobremanera) por desbordar lo humano en todos los sentidos. En este título que podríamos incluir en esa tendencia sobre la estructura narrativa de tipo sketch en el libro-álbum de la que hablé hace unas lunas, nos topamos con un chico torpe que se queda literalmente atrapado en su propia ropa (¿Ven? ¡Como ustedes, como yo!), una situación que sirve de hilo conductor para todo tipo de cábalas y conjeturas.


Problemas y más problemas (me encantan este tipo de libros) a los que el niño logra encontrar la solución gracias a su capacidad inventiva. Si a ello añadimos que en una de las escenas aparece completamente desnudo (ya saben lo que me gusta a mí el tándem provocación vs. censura) y en otra nos topamos con una ingeniosa crítica a las dictaduras, el librito tiene enjundia. Así que, concédanse un capricho durante este martes (que aún queda semana y hay que tomársela con un poco de alegría), acudan a su librería más cercana y atásquense en este libro, que bien merece unas carcajadas.


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